domingo, 16 de septiembre de 2007

La Niñez

De esta etapa realmente mucho no puedo recordar, pero si se, con certeza, que se desarrollo en su totalidad en las cercanías de Puerto Varas.

En estos hermosos parajes y junto a mis padres, los primeros pasos por lo bosques y praderas fueron dados y probablemente aquí se genero la complicidad entre mi espíritu y el de la naturaleza. La casa a las afueras de la ciudad jugó un papel fundamental en esta colusión con el medio natural, ya que no bastaba mas que abrir la puerta del hogar para correr junto a mi perro por el jardín adornado por abedules y un pequeño estero, que en esos años despertó mas de alguna historia en mi incipiente y soñador raciocinio.

Frente al hogar, una casa de tejas, completamente de madera, erguida en tres pisos, bruñida por el sol y forjada por la lluvia sureña, se encontraba el Lago Llanquihue. Aquel gran lago del sur de Chile, fue por cuatro años el cuadro dinámico que adorno mi pieza durante el día y la noche.

Días lluviosos me vieron nacer y bajo ellos mis primeros cuatro años viví. Aquella lluvia, hoy comprendo, es un regalo de vida para esta tierra la cual se embellece gracias a la vitalidad que el agua entrega con cada gota que cae desde el cielo. No me imagino el parque Vicente Perez Rosalez, el Salto del Petrohue ni mucho menos Lago Todos los Santos ni el mismo Lago Llanquihue en otro lugar que en un clima lluvioso. Me siento plenamente privilegiado con haber disfrutado de esta belleza desde temprana edad.

Como ya les mencione, el Lago Llanquihue era el telón de fondo de mi universo en aquellos años, el volcán Osorno y el Calbuco cada uno con sus reconocidas y singulares formas eran parte de este escenario que con toda razón es reconocido mundialmente por sus encantadores paisajes.

El lago Llanquihue es el segundo más grande de Chile, con una superficie de 877 km² es la gran hoya hidrográfica de la región de los Lagos. En su ribera se encuentra además de Puerto Varas, Puerto Octay, Frutillar, Cascada, Puerto Klocker, Ensenada y Llanquihue.Todos estos pueblos de una u otra forma sienten en su esencia la gran influencia alemana que por los años 50 del siglo XIX (1850) comenzó a colonizar la zona.

Es interesante poder descubrir en la arquitectura y las costumbres de esta zona como la influencia de aquellos colonos se ha mantenido por mas de 150 años y reconocer en las terceras o cuartas generaciones el fruto de aquellos intrépidos aventureros que sin mas que perder en sus vidas decidieron cambiar sus tierras y comenzar algo nuevo en el otro extremo del mundo. Quizás hay algo mas que se puede aprender de ellos y es aquella capacidad de decidir sin tener una razón fundamentada y tan solo seguir adelante siempre con los sentidos alertas para no perder la senda poco clara de las oportunidades maravillosas pero desconcertantes que la vida nos pone en frente en algunas ocasiones.

Luego de 4 años en Puerto Varas, mi padre encontró nuevas perspectivas en la gran isla de chiloé. A los 4 años por supuesto no sabia comprender que significaba mudarse de casa. La verdad no recuerdo nada del cambio y muy pocas imágenes tengo de los primeros años de vida chilota, solo que vivíamos muy cerca del hospital, en una casa muy antigua y que la denominamos la ratonera. También recuerdo algunos juegos bajo la casa, siguiendo a las gallinas que empollaban a sus futuros polluelos ocultas de la lluvia.

Tras la vida en esa casa nos cambiamos una vez mas a la que fue el hogar por unos 3 años. La casa ubicada en chacabuco con una vista priveligiada, desde su balcón, del estero de Gamboa fue donde por primera vez debí tomar los libros. El primer año de estudio fue en el Cahuala, colegio formado aquel mismo año 90 por jefes scouts todos amigos de mi padre.

El paso por el Cahuala fue bastante entretenido y lleno de juegos. Pase por el kinder en este colegio, pintando y jugando con unas brujas que las tías Mónica y Alejandra dibujaban en los vértice de las hojas de actividades. Recuerdos con mucho orgullo la publicación de un dibujo que pinte con Nacho (solo recuerdo que así le decía) en la revista de anuario del Cahuala. Eran dos casas sobre un cerro. Mi primera publicación podríamos decir.

Los recreos eran los mas entretenidos sin lugar a dudas, aquellos pinos llenos de pasadizos secretos nos llevaban de una base a la otra dejandonos llenos de resina y olor a pino que hasta el día de hoy recuerdo. El primer beso creo con certeza fue allí, ya que todos hibamos a subirnos a los pinos, y si no recuerdo mal fue a la Bea.

El peor momento en mi paso por el Cahuala fue aquel día que me quede jugando en los pinos sin entrar a clases. Me fueron a buscar y estuve castigado en la dirección bajo la atenta mirada del Rafa, que en ese tiempo era el director del colegio. Otro mal momento fue cuando me escondí en el furgón y Rodolfo (quien manejaba el vehículo) al no verme no paso por mi casa y no llegue a la hora que me esperaban. Eso produjo que mi mamá saliera como loca a buscarme por todo Castro.

Sin lugar a dudas, hoy lo valoro, el momento mas gratificante en mi paso por el Cahuala fue el haber obtenido el premio al espíritu Cahuala en su año de fundación. Hoy veo ese diploma en mi pieza y me enorgullese haber sido el primero.

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